viernes, 24 de abril de 2015

Memin esta de Luto Muere Sixto Valencia

Aun recuerdo por ahi de 1988 cuando compre el #1 del Memin y cada Lunes era obligado ir por mi cuento tambien si bien me iva compraba el Capulinita y el Videorisa, pero el Memin tenia un algo extraño, aunque era agradable leerlo siempre dejaba algun tipo de moraleja, como cuando metieron al reformatorio al Carlangas.


Hoy su creado Sixto Valencia ha dejado de existir y nos deja su legado como uno de los mejores dibujantes de la historia nacional.

 Durante toda su vida, Sixto Valencia Burgos coleccionó cualquier historieta que caía en sus manos. Ya sea en forma de revista o como pequeña tira que aparecía en los periódicos, iba reuniendo historias que después encuadernaba para conservarlas. Su colección oscila en unos 25 mil ejemplares que comienzan en 1934 con títulos como Paquín, Pepín, Chamaco o Pinocho, pero también incluye ediciones contemporáneas.

Sixto Valencia decidió desde pequeño que la historieta sería su vida, no sólo como lector de ellas, sino también dibujándolas. En 1963 dio vida, de la mano de la escritora Yolanda Vargas Dulché, a uno de los éxitos editoriales más grandes de la historieta mexicana: Memín Pinguín.

La historia, originalmente aparecida en sepia con portada a color, llegó a vender un millón y medio de ejemplares semanalmente; en total incluye 372 números que abarcan siete años y hasta el momento se han publicado continuamente hasta hoy, unas ocho ediciones diferentes. Ayer el famoso niño negrito de alma blanca y sus inseparables compañeros de tercero de primaria: Carlangas, Ricardo y Ernestillo, se vistieron de luto.

Valencia Burgos falleció a los 81 años de edad en la Ciudad de México a consecuencia de un infarto; llevaba 40 días en el hospital, donde había superado diferentes problemas respiratorios y se estudiaba la posibilidad de colocarle un marcapasos. Por la mañana, la noticia (que había dado en la madrugada su biógrafo y amigo Luis Gantus) comenzó a circular en todos los medios de comunicación y en las redes sociales. El célebre creador de una de las historietas más leídas en los sesenta, setenta y ochenta, había partido.


Sixto, dijo Gantus a Excélsior, “es el que le da significado a la palabra historietista en México, le da sentido a la palabra creador, le da significado a la palabra autor. Me parece que no nada más por su trabajo, por su maravilloso arte, sino también por su calidad humana, por su generosidad, por su forma tan alegre de ser, nos muestra lo que debe ser un artista. Su vida y su obra es un gran legado, es el legado de un verdadero autor, de un artista”.

Valencia había tenido su última aparición pública el 23 de febrero pasado en la Feria Internacional del Libro de Minería, donde fue presentado el libro Sixto Valencia, una vida entre viñetas, escrito por Gantus y Melina Gatto. Pero desde que comenzó a dibujar de manera profesional, jamás cesó su espíritu inquieto: fue dibujante de más de una veintena de títulos, de algunos también escribió los argumentos y se convirtió en bandera de la defensa de los derechos de autor, cuando peleó la autoría de su famoso Memín Pinguín.

El mismo dibujante, quien nunca abandonó su imagen de dandi, siempre vestido con un elegante traje de tres piezas y sombrero con pluma, contaba que sus inicios trazando historietas comenzaron de la manera más rudimentaria: rayando pequeños adobes o maderas que encontraba en su pueblo natal, Villa de Tezontepec, Hidalgo.

Las precarias condiciones de su familia le obligaron a partir a la Ciudad de México, donde logró ingresar, aunque no pudo permanecer ahí mucho tiempo, a la Academia de San Carlos. Su primera oportunidad para desempeñarse como dibujante llegó a los 17 años, haciendo dibujo publicitario en un periódico. Había comenzado a soñar con revistas como El príncipe valiente de Harold Foster, o las que dibujó Pancho Flores (1919-1984) o Arturo Casillas, con Los supersabios de Germán Butze y todas las tiras dominicales que aparecían en periódicos y revistas.

Su primera obra completa fue Cliperton, para la que dibujó y escribió más de 320 páginas en 1958 por encargo de la Unión Linotipista. Después trabajó en el periódico La Prensa, donde colaboró en El halcón negro; después pasó a formar parte de Edar donde hizo El libro único y Biografías selectas, así como Milagros de Cristo, historia con la que comenzó a trabajar con Vargas Dulché (1926-1999): con ella hizo Ayúdeme, Doctora Corazón y el gran éxito Memín Pinguín.


La escritora lo creó en 1943 y lo había bautizado con ese nombre por el apodo de su esposo, Guillermo de la Parra Loya, a quien le decían Memín, por ser diminutivo cariñoso de Guillermo; y Pinguín, porque sus compañeros de trabajo lo consideraban un pingo. El primer número, ya perfeccionado por Sixto Valencia, apareció en noviembre de 1963 y de inmediato se convirtió en un éxito, que se extendió a otros países.

En 2005, el niño negrito provocó incluso un problema diplomático entre México y Estados Unidos cuando apareció en cinco estampillas postales como parte de la serie La caricatura en México. La imagen causó controversia al ser consideradas por parte del gobierno estadunidense como racistas al presentar un estereotipo de la gente de raza negra. La polémica terminó con la salida de los timbres postales y la reedición de la historia en México, así como su divulgación en la Unión americana.

Los restos de Sixto Valencia fueron velados ayer en la funeraria García López de manera abierta a todo el público y se espera que este sábado sus familiares y amigos le rindan un homenaje al dibujante en el Museo de la Caricatura. Su acervo de originales y documentos personales, quedará en manos de su familia para continuar divulgando su obra; mientras que con su colección de historietas se espera conformar un acervo digital y un museo de la historieta en México, abierto al público en general.

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